jueves, 7 de febrero de 2013

Seguimos adelante


Es difícil retomar el hilo del blog tras tantos días. Han pasado muchas cosas y uno no sabe por dónde empezar. La cronología de los hechos no siempre es la manera más efectiva para transmitir la verdadera dimensión de las vivencias, pero es la más cómoda, así que lo mejor será empezar por el principio y acabar por el final, obviamente omitiendo detalles y añadiendo fantasías.


Al final logramos salir del bucle. Contratamos un chofer competente, buena persona, afable, atento, siempre dispuesto a ayudarnos, un sol de hombre que enseguida nos inspiró confianza. 

El bueno de Perumal, nuestro querido conductor.
Contentos y dichosos con nuestro nuevo acompañante nos aventuramos a explorar el interior de Tamil Nadú en busca de las localizaciones perfectas para nuestra peli.  Carreteras secundarias, pueblecitos perdidos, paisajes alucinantes… 

Carretera compartida. Una de nuestras sugerentes localizaciones
La populosa y fascinante estación de autobuses de Panruti. Aquí se desarrollará
una de las secuencias iniciales de la película: la despedida de la familia de Anthony.

Una carretera sin un alma: un milagro en India. Los protagonistas de "Indian Way"
caminarán por sendas así de mágicas camino a Bangalore.
Niños volviendo del cole. En este paraje detendremos el autobús accidentado.
A partir de aquí Anthony seguirá su viaje a pie.
En esta carretera Anthony y Rama se encontrarán con Pradeep,
un niño huérfano de 12 años.
Un guerrero vendado. Bajo esta escultura en la carretera a Gingee,
Anthony curará a Rama con plantas medicinales.
Parada de autobús saliendo de Gingee. En este lugar Anthony y Rama tendrán
una disputa con unos ambiciosos jugadores y una apuesta descabellada.
Un campo de arroz cerca de Gingee.
Un paraje de sosiego para nuestros protagonistas.
Todo iba a sobre ruedas hasta que llegamos a Gingee, lugar bello y mágico, como podréis comprobar en las fotos, y que con toda seguridad será uno de los lugares determinantes del rodaje.

El templo hinduísta de Gingee. Anthony y Rama harán aquí una parada en su camino.
El ghat de Gingee. Anthony y Rama se bañarán en estas aguas
por la mañana tras una noche de confesiones.
Los monos del ghat. Curiosos espectadores.

Alucinantes vistas desde la montaña del Queen Fort de Gingee.
El Queen Fort de Gingee será el Templo de los Monos de Indian Way.
El interior del Templo de los Monos. En esta localización rodaremos de noche.
Iluminaremos el interior con cientos de velas. Anthony y Rama vivirán aquí
una revelación con un gurú que les leerá el Karma.
En el cuarto día de viaje todo dio un vuelco inesperado. El destino nos tenía preparada una emboscada. Atropellamos a una niña. Nuestro conductor, fiel al estilo indio, adelantaba invadiendo el sentido contrario de la calzada, a una retahíla de niños engalanados con uniformes escolares. De pronto una niña cruzó sin mirar, el conductor accionó el claxon, la niña siguió su camino, el chofer intento esquivarla, dos o tres segundos, el impacto…

Perumal, nuestro conductor, nada pudo hacer...
La niña yacía inmóvil en el asfalto, la cabeza ensangrentada. Gritos desgarradores. Una mujer la recogió del suelo, parecía la abuela, y la zarandeó mientras emitía llantos y alaridos de dolor. La niña permanecía inerte, como un muñeco inanimado en brazos de la mujer.
 
Una multitud nos rodeó pidiendo explicaciones, golpeaban el coche con gestos de rabia, algunos se acercaban amenazando, otros se interponían protegiéndonos… reproches, preguntas ininteligibles en lengua Tamil, crispación contenida, confusión… En medio de la vorágine vimos aparecer a un hombre sosteniendo a la niña en brazos, le protegía la cabeza ensangrentada, y la niña lloraba desconsoladamente… estaba viva. 


La gente nos pidió el coche para llevar urgentemente a la niña al hospital. Allí fue cuando nos percatamos que el chofer había huido. Lo último que recordábamos de él, era su imagen aterrada frente a la niña inerte en el asfalto. Tuvo miedo, y aprovechó la confusión para esfumarse.


Para resumir: a los cinco minutos, increíble pero cierto, llegó una ambulancia y se llevó a la niña. Después vino la policía y requisó el vehículo. Nosotros volvimos a Gingee en autobús. 


Al día siguiente, a las 7 de la mañana, el conductor y su patrón se presentaron en el hotel. Cuando el chófer se enteró que la niña vivía se echó a llorar, nos abrazó tembloroso y nos pidió disculpas por habernos dejado tirados.


Al final todo se arregló de una manera sorprendente. El patrón fue a la comisaría, pagó 5000 rupias para sacar el vehículo del depósito y para que los pasmas hicieran la vista gorda, también indemnizó a la familia de la niña con 40000 rupias (600 euros) y todos tan contentos. La niña está bien, no sufrió daño alguno, ningún hueso roto, solo la conmoción cerebral que le hizo perder el conocimiento. Nunca existirá atestado policial del accidente, el chófer podrá seguir conduciendo, no habrá sanciones, ni líos con las aseguradoras, ni nada… La vida sigue. Una sociedad flexible, que sabe arreglar conflictos con códigos propios. Alguien tendrá que decir alguna vez, sí es que todavía no está dicho, que uno de los parámetros para establecer el grado de civilización de un pueblo es su capacidad para contravenir las normas sin que pase nada. 


Tras el accidente quedamos consternados, bastante tocados y con pocas ganas de seguir viajando. Nos vinimos a Mamallapuram, un oasis guiri en medio de la dureza de Tamil Nadú. Hostales y restaurantes frente a la playa, y unas ruinas espectaculares de la cultura Pallava.

Mamallapuram: paraíso para indios, guiris, pajaricos y pajarracos.
El lunes llegó Evita, nuestra Evita, el refuerzo esperado, la luz y la energía que necesitábamos. La fuimos a buscar al aeropuerto de Chennai, y ha sido un vendaval de aire fresco, una suerte completar el triunvirato con un espécimen de semejante calibre. Estamos muy contentos los tres.
Evita Dinamita
Kiko y Evita comentando los últimos avances de la película.


Seguimos aquí, frente al mar, en guirilandia, planeando la estrategia a seguir. El viernes hemos organizado un casting en Chennai para encontrar los actores secundarios importantes. No se puede vivir siempre en el paraíso mochilero y nos volvemos a la ciudad.  A currar. 



Por último decir que las fechas del rodaje se acercan, el 20 de Febrero deberíamos arrancar la preproducción para poder llevarlo a cabo. Después de abril hace demasiado calor para rodar aquí en Tamil Nadú. Si no conseguimos la financiación necesaria tendremos que posponer el rodaje.


Nada grave, no os preocupéis, esto lo hacemos sí o sí. Ya sea ahora o dentro de unos meses. Nadie ni nada nos va a parar. Un amigo nuestro nos escribió un mail diciendo... Tengo amigos locos, amigos apasionados, amigos que se comen la vida, amigos que no tienen miedo, amigos que se aventuran en quimeras, amigos que no se rinden, amigos que luchan por sus sueños, sus proyectos… Eva, David, Kiko, sois unos locos entrañables. Gracias por existir, gracias por no daros por vencidos, gracias por no parar nunca jamás… a galopar hasta enterrarlos en el mar.” Gracias a ti amigo. Estamos locos y actuamos acorde a nuestra locura. No podemos hacer otra cosa.

Un abrazo a todos los que nos apoyan. Gracias a vosotros. Sin vosotros no hay locura.


Eva, David, Kiko.

Mamallapuram, 6 de Febrero.

2 comentarios:

  1. Definitivamente, esta odisea es legítimo amor al arte!! Os felicito con venia incluida…Todo el diario-blog me tiene atrapada y el episodio de esta entrada me ha dejado tocada, no imagino cómo estaríais vosotros…Las palabras del mail de vuestro amigo, sacaron las lágrimas que estaban luchando -desde el relato de la niña- para no salir. Me auno a su sentir.

    Las fotos son fabulosas y al ampliarlas tienen un efecto de pintura realista, muy buenas!!!

    Mucha mierda y p'alante!!!

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