viernes, 22 de febrero de 2013

"Incredible India"


“Incredible India”, éste es el eslogan del gobierno indio para promocionar la imagen turística del país. Nosotros nos topamos cada día con la India increíble, aunque suponemos que no en el sentido estricto pretendido por los creadores de la publicidad. 

La India que nos quieren vender.
La India que no vende.
Lo ocurrido en Chennai es otro claro ejemplo a sumar. Aquí todo es posible e imposible al mismo tiempo.

Chennai es una ciudad con más de 10.000 millones de almas en perpetua lucha, en constante agitación, con un tráfico infernal, polución y podredumbre, malos olores y basura por doquier. Un río putrefacto la atraviesa como una cloaca al aire libre en medio de un ritmo trepidante y un crecimiento exponencial.


Viviendas insalubres al lado del río putrefacto.
Es una ciudad que hemos pateado de cabo a rabo. Desde el populoso barrio de George Town hasta la espectacular playa de la Marina, los dos únicos oasis encontrados en este enjambre de asfalto. 

La concurrida playa de la Marina, un espectáculo que se repite cada día.
De día trabajábamos hasta la extenuación, los ordenadores echando humo, los móviles pegados a la oreja, en busca de actores, representantes, escuelas de cine, de teatro… La meta era organizar un casting en cinco días para dejar listos todos los papeles secundarios de la película.

De noche caminábamos desde Egmore Station, donde estaba ubicado nuestro hotel, hasta Triplicane o Mylapore con la sana intención de llenar el estómago en un buen restaurante (si algo despierta nuestro entusiasmo de la cultura India es su gastronomía, en esto no hay fisuras ni discusiones que valgan).

David, Eva y Kiko sastisfechos y risueños tras una suculenta comilona.
En estos paseos nocturnos solíamos callejear para evitar las grandes avenidas, y en más de una ocasión, perdidos y desorientados, nos dábamos de bruces con la realidad social del país. Slums, chozas, barracas, familias enteras durmiendo en la calle y viviendo en condiciones infrahumanas.

El agua, el bien preciado.
El espacio público es el hogar de muchos.
Porque si Chennai tiene algo auténtico es su dureza, su cruda realidad, no es una ciudad para turistas que dé concesiones de cara a la galería.

La basura forma parte del mobiliario urbano.
En cuanto al trabajo, la cosa iba de mal en peor, no había manera de avanzar. Reuniones frustradas, llamadas y mails no respondidos, falsas promesas, gestiones infructuosas, malentendidos, etc… Estábamos ya por tirar la toalla rindiéndonos a la evidencia de nuestro fracaso: iba a ser imposible organizar un casting en Chennai careciendo, como carecemos, de medios económicos. 

Evita buscando la luz.
Pero una vez más el destino nos tenía preparada una sorpresa. La ley de Murphy volvía a cumplirse en este insólito país. Cuando estás seguro de algo, siempre pasa todo lo contrario.  

Una escuela de interpretación se puso en contacto con nosotros y concertamos una reunión. Nosotros asistimos cargados de escepticismo ante lo que parecía iba a ser la enésima reunión fallida, otra falta de empatía o de entendimiento. Sin embargo nos encontramos con un grupo de gente encantadora, dispuesta a ayudarnos sin pedir nada a cambio y que nos acogió con los brazos abiertos. “Incredible India”. Sarita, la directora, se desvivió por encontrar los actores que necesitábamos y nos presentó a un montón de gente maja. “Incredible India”. Habíamos conectado a nivel emocional con un grupo de mentalidad abierta y comunicativo. “Incredible India”. Cuando ya se pierde toda esperanza este país siempre te tiende una mano.  

Tuvimos muy buena onda con todos, como se ve en la foto...
... y más cuando Kiko se puso a tocar la guitarra y a cantar rumbas.
Al final dejamos Chennai con buen sabor de boca y nos fuimos a localizar por el sur de Andra Pradesh y Karnataka.

Pero volveremos, estamos obligados a volver. Esta gente nos ha proporcionado un montón de contactos, nos han llegado perfiles de actores vía mail, otras escuelas de teatro nos han mandado candidatos para los papeles. “Incredible India”. Volveremos a Chennai para organizar un macrocasting, y con otra perspectiva más agradable. 

En India todo va lento pero al final las cosas se hacen… como nuestra película, como Indian Way… no dudéis de ello. 

Encarando el futuro con optimismo.
Un beso a todos los que nos siguen.


Eva, David y Kiko desde la India increíble.

sábado, 16 de febrero de 2013

Ser Tamil


Hoy queremos hablaros de esta tierra, Tamil Nadú, y de esta gente, los tamiles.
Tamil Nadú. ¿Qué es? ¿Qué significa? Nombre evocador para algunos, indiferente y desconocido para otros. ¿Quién conoce realmente a los tamiles?

Mujer paseando por el corredor de una cisterna de la fortaleza de Gingee.
De todas las regiones de la India, ésta se nos ofrece como la más misteriosa e impenetrable, suponemos que por estar en contacto con ella, por mamarla cada día, y viendo con desespero que pasamos por la superficie sin llegar a penetrar en su verdadera esencia. Algo se nos escapa. Un sentido encriptado de la vida que se difumina en una nebulosa intangible. 

Devota de un templo de Panruti. Los peregrinos viven 
con gran intensidad sus "pujas" y rituales.

Swami Vivekananda fue un gurú tamil muy venerado de principios del siglo XX.
Una de sus máximas: "Si piensas en ti mismo como un ser vacío, estarás vacío.
Si piensas en ti mismo como en un ser fuerte, serás el más fuerte de todos".
Es muy bonito querer hacer una película en la India, pero esta experiencia para nosotros no tendría ningún sentido si no intentáramos entrar, comprender, empatizar con el espíritu indio. Al final, ésta es la labor más agotadora y escabrosa, más incluso que la de emprender esos trabajos que rodean a cualquier película: su preproducción, producción, búsqueda de actores, equipo técnico, localizaciones, búsqueda de financiación.

Mamallapuram. Uno de los muchos rituales que te puedes encontrar en cualquier sitio
y a cualquier hora. Una calabaza estallada sobre el asfalto, rociado con un pigmento rojo.
Se realiza en luna nueva y sirve para evitar el mal de ojo.
Mujer dibujando mandala a la puerta de su casa, también con fines protectores.
Por ejemplo, que una tortuga entre en tu vivendia es presagio de mala suerte. Un pescador
nos contó que una familia de Mamallapuram, por este motivo, abandonó y vendió su casa.
Los tamiles viven una realidad casi paralela y hermética para nuestra mentalidad. ¿Quiénes son? ¿Qué pasa aquí? Estas preguntas nos las hacemos cada día, y cada día intentamos desvelar misterios, a veces parece que entendemos algo para al día siguiente desaprender lo aprendido porque al fin todo parece volátil y provisional en esta cultura milenaria.

A los pies del Ranganathan Temple de Gingee
Los tamiles son orgullosos, adoran su cultura y su tierra, pero tampoco se sienten en la necesidad de hacer apología de sus virtudes ni de expotarlas.

Conductores de autobús, quizás los más orgullosos de todos.
Los tamiles hablan una de las lenguas más antiguas del mundo, de origen dravídico, con un alfabeto de 243 letras. El tamil no entiende, generalmente, la lengua oficial de la India, el hindi, que ni siquiera se estudia en la escuela.

Bandera del partido de gobierno tamil, A.I.A.D.M.K.,
opositor del partido centralista de Delhi.

La lógica tamil.
Uno puede con todo.
En Tamil Nadú parece que no hay reglas, pero las hay. Parece que nada funciona, pero al final las cosas se hacen. A veces nos desesperamos, a veces estamos eufóricos, a veces entendemos a los tamiles y a veces parecen extraterrestres.

¿Qué decir?
Una sonrisa risueña, un rostro impenetrable.


Atasco de colores.
Somos cabezones y no nos damos por vencidos. Nosotros debemos acoplarnos a su mundo, aunque sea difícil, aunque parezca imposible. Muchas cosas nos separan, como la religión y la espiritualidad, porque para los tamiles lo divino es la vida misma. Tamil Nadú es un mundo habitado por dioses y diosas que interactúan en la vida cotidiana.

Pequeño santuario escondido en un callejón infecto de Chennai.
Niño vendiendo golosinas en Pondicheri.
La India es el país del misterio por antonomasia. Tamil Nadú es la tierra más misteriosa de la India, incluso para los indios del resto del subcontinente. Fuerte y vigorosa, dulce y dura al mismo tiempo.

Un pescador de Cuddalore. Amable y encantador, áspero y orgulloso.
Un espejo de Tamil Nadú.

Un país inquietante que vamos descubriendo poco a poco.
 
Muchas gracias por leernos.
 
Eva, Kiko y David

jueves, 7 de febrero de 2013

Seguimos adelante


Es difícil retomar el hilo del blog tras tantos días. Han pasado muchas cosas y uno no sabe por dónde empezar. La cronología de los hechos no siempre es la manera más efectiva para transmitir la verdadera dimensión de las vivencias, pero es la más cómoda, así que lo mejor será empezar por el principio y acabar por el final, obviamente omitiendo detalles y añadiendo fantasías.


Al final logramos salir del bucle. Contratamos un chofer competente, buena persona, afable, atento, siempre dispuesto a ayudarnos, un sol de hombre que enseguida nos inspiró confianza. 

El bueno de Perumal, nuestro querido conductor.
Contentos y dichosos con nuestro nuevo acompañante nos aventuramos a explorar el interior de Tamil Nadú en busca de las localizaciones perfectas para nuestra peli.  Carreteras secundarias, pueblecitos perdidos, paisajes alucinantes… 

Carretera compartida. Una de nuestras sugerentes localizaciones
La populosa y fascinante estación de autobuses de Panruti. Aquí se desarrollará
una de las secuencias iniciales de la película: la despedida de la familia de Anthony.

Una carretera sin un alma: un milagro en India. Los protagonistas de "Indian Way"
caminarán por sendas así de mágicas camino a Bangalore.
Niños volviendo del cole. En este paraje detendremos el autobús accidentado.
A partir de aquí Anthony seguirá su viaje a pie.
En esta carretera Anthony y Rama se encontrarán con Pradeep,
un niño huérfano de 12 años.
Un guerrero vendado. Bajo esta escultura en la carretera a Gingee,
Anthony curará a Rama con plantas medicinales.
Parada de autobús saliendo de Gingee. En este lugar Anthony y Rama tendrán
una disputa con unos ambiciosos jugadores y una apuesta descabellada.
Un campo de arroz cerca de Gingee.
Un paraje de sosiego para nuestros protagonistas.
Todo iba a sobre ruedas hasta que llegamos a Gingee, lugar bello y mágico, como podréis comprobar en las fotos, y que con toda seguridad será uno de los lugares determinantes del rodaje.

El templo hinduísta de Gingee. Anthony y Rama harán aquí una parada en su camino.
El ghat de Gingee. Anthony y Rama se bañarán en estas aguas
por la mañana tras una noche de confesiones.
Los monos del ghat. Curiosos espectadores.

Alucinantes vistas desde la montaña del Queen Fort de Gingee.
El Queen Fort de Gingee será el Templo de los Monos de Indian Way.
El interior del Templo de los Monos. En esta localización rodaremos de noche.
Iluminaremos el interior con cientos de velas. Anthony y Rama vivirán aquí
una revelación con un gurú que les leerá el Karma.
En el cuarto día de viaje todo dio un vuelco inesperado. El destino nos tenía preparada una emboscada. Atropellamos a una niña. Nuestro conductor, fiel al estilo indio, adelantaba invadiendo el sentido contrario de la calzada, a una retahíla de niños engalanados con uniformes escolares. De pronto una niña cruzó sin mirar, el conductor accionó el claxon, la niña siguió su camino, el chofer intento esquivarla, dos o tres segundos, el impacto…

Perumal, nuestro conductor, nada pudo hacer...
La niña yacía inmóvil en el asfalto, la cabeza ensangrentada. Gritos desgarradores. Una mujer la recogió del suelo, parecía la abuela, y la zarandeó mientras emitía llantos y alaridos de dolor. La niña permanecía inerte, como un muñeco inanimado en brazos de la mujer.
 
Una multitud nos rodeó pidiendo explicaciones, golpeaban el coche con gestos de rabia, algunos se acercaban amenazando, otros se interponían protegiéndonos… reproches, preguntas ininteligibles en lengua Tamil, crispación contenida, confusión… En medio de la vorágine vimos aparecer a un hombre sosteniendo a la niña en brazos, le protegía la cabeza ensangrentada, y la niña lloraba desconsoladamente… estaba viva. 


La gente nos pidió el coche para llevar urgentemente a la niña al hospital. Allí fue cuando nos percatamos que el chofer había huido. Lo último que recordábamos de él, era su imagen aterrada frente a la niña inerte en el asfalto. Tuvo miedo, y aprovechó la confusión para esfumarse.


Para resumir: a los cinco minutos, increíble pero cierto, llegó una ambulancia y se llevó a la niña. Después vino la policía y requisó el vehículo. Nosotros volvimos a Gingee en autobús. 


Al día siguiente, a las 7 de la mañana, el conductor y su patrón se presentaron en el hotel. Cuando el chófer se enteró que la niña vivía se echó a llorar, nos abrazó tembloroso y nos pidió disculpas por habernos dejado tirados.


Al final todo se arregló de una manera sorprendente. El patrón fue a la comisaría, pagó 5000 rupias para sacar el vehículo del depósito y para que los pasmas hicieran la vista gorda, también indemnizó a la familia de la niña con 40000 rupias (600 euros) y todos tan contentos. La niña está bien, no sufrió daño alguno, ningún hueso roto, solo la conmoción cerebral que le hizo perder el conocimiento. Nunca existirá atestado policial del accidente, el chófer podrá seguir conduciendo, no habrá sanciones, ni líos con las aseguradoras, ni nada… La vida sigue. Una sociedad flexible, que sabe arreglar conflictos con códigos propios. Alguien tendrá que decir alguna vez, sí es que todavía no está dicho, que uno de los parámetros para establecer el grado de civilización de un pueblo es su capacidad para contravenir las normas sin que pase nada. 


Tras el accidente quedamos consternados, bastante tocados y con pocas ganas de seguir viajando. Nos vinimos a Mamallapuram, un oasis guiri en medio de la dureza de Tamil Nadú. Hostales y restaurantes frente a la playa, y unas ruinas espectaculares de la cultura Pallava.

Mamallapuram: paraíso para indios, guiris, pajaricos y pajarracos.
El lunes llegó Evita, nuestra Evita, el refuerzo esperado, la luz y la energía que necesitábamos. La fuimos a buscar al aeropuerto de Chennai, y ha sido un vendaval de aire fresco, una suerte completar el triunvirato con un espécimen de semejante calibre. Estamos muy contentos los tres.
Evita Dinamita
Kiko y Evita comentando los últimos avances de la película.


Seguimos aquí, frente al mar, en guirilandia, planeando la estrategia a seguir. El viernes hemos organizado un casting en Chennai para encontrar los actores secundarios importantes. No se puede vivir siempre en el paraíso mochilero y nos volvemos a la ciudad.  A currar. 



Por último decir que las fechas del rodaje se acercan, el 20 de Febrero deberíamos arrancar la preproducción para poder llevarlo a cabo. Después de abril hace demasiado calor para rodar aquí en Tamil Nadú. Si no conseguimos la financiación necesaria tendremos que posponer el rodaje.


Nada grave, no os preocupéis, esto lo hacemos sí o sí. Ya sea ahora o dentro de unos meses. Nadie ni nada nos va a parar. Un amigo nuestro nos escribió un mail diciendo... Tengo amigos locos, amigos apasionados, amigos que se comen la vida, amigos que no tienen miedo, amigos que se aventuran en quimeras, amigos que no se rinden, amigos que luchan por sus sueños, sus proyectos… Eva, David, Kiko, sois unos locos entrañables. Gracias por existir, gracias por no daros por vencidos, gracias por no parar nunca jamás… a galopar hasta enterrarlos en el mar.” Gracias a ti amigo. Estamos locos y actuamos acorde a nuestra locura. No podemos hacer otra cosa.

Un abrazo a todos los que nos apoyan. Gracias a vosotros. Sin vosotros no hay locura.


Eva, David, Kiko.

Mamallapuram, 6 de Febrero.