martes, 15 de enero de 2013

Viajar a lo indio

Kiko espera el tren en Mumbai más chulo que un ocho. ¡No sabe lo qué le espera!...

Un viaje a la India no sería un genuino viaje a la India sin un viajecito de 20 horas en uno de sus legendarios trenes. Las vías ferroviarias son auténticas arterias vitales que vertebran la comunicaciones del país, y en donde se da cita la más variopinta fauna del variopinto universo indio.
En cada estación sube y baja gente buscándose la vida... Aquí un vendedor
de samosas corriendo ante el famélico requerimiento de David
El glotón: lo probó todo.
Vendedores ambulantes de calzoncillos, golosinas, comida, carteras, pañuelos, viajeros que viajan a ninguna parte, buscavidas, músicos, peregrinos... y algún que otro guiri... (como dos insconscientes que quieren hacer una película)

Sí, dos inconscientes... Este corre la voz por todo el vagón, ¡cotilla!
Kiko regateando una sábanas de Kachemira para su madre (¡qué iluso!).
La gente se apretuja unos encima de los otros, los empujones por el estrecho pasillo son constantes y no pasa nada. Nadie se enfada, la vida sigue, cada uno a su rollo.


Por la noche echan las literas y que duerma quien pueda, el follón es continuo, así, que tras un viaje agotador llegamos a Bangalore sin haber pegado ojo, pero igual de contestos que estos indios locos.

Para locos melancólicos estos músicos que nos acompañaron un trecho durante la mañana.



Nada malo podía pasarnos...

Krisna viajaba con nosotros.
 

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