LA HISTORIA REAL QUE INSPIRÓ “INDIAN WAY”
THE TRUE STORY WHICH INSPIRED "INDIAN WAY"
by David Blanco
Principios del año
2005. Me encontraba visitando la gran ciudad de Bangalore, sur de India, una semana después del desastre del tsunami
en el sudeste asiático. Al día siguiente de la catástrofe, cuando todavía estaba
en la Fundación Vicente Ferrer en
Anantapur, me telefonearon de la embajada española para saber si estaba sano y salvo.
¡Qué ironía! Tu país se preocupa por ti en las situaciones más insospechadas y crees,
por un instante, que les importas. El funcionario de turno me informó que sería
más seguro que dejase el país y volviese a España. Desde luego no deseaba
seguir mi ruta turística. Me parecía inmoral continuar con mis vacaciones después
de que miles de personas hubiesen
perdido la vida a menos de 150 kilómetros de donde estaba. Mi viaje
turístico se había visto truncado con el drama desastre. Pero volver a España…
No sé, ¿para qué? Estaba en India y ahí debía seguir…
Beginning of the year 2005. I was visiting
the great city of Bangalore, South of India, one week after the tsunami disaster in Southeast Asia. The
day after the catastrophe, when I was still in the Vicente Ferrer Foundation in Anantapur, the Spanish embassy called
me by phone to know if I was safe and sound. What a strange irony! Your country
cares for you in the most unexpected situations and you believe, for a moment,
you are important for them. The duty officer informed me that it would be safer
to leave the country and return to Spain. Certainly I didn't want to continue
my tourist route. It would be immoral if I continued enjoying my hollydays
after thousands of people had lost their
lives at less than 150 kilometers from where I was. My journey had been
truncated with the disaster drama. But I didn't want to come back to Spain...
Why? I was in India and I should continue staying there...
Estos
pensamientos me rondaban la cabeza mientras deambulaba por el Cubon Park. Repentinamente la voz de un
hombre me sacó de mi ensimismamiento. Aturdido observé a mi lado a un indio
cincuentón de aspecto humilde que parecía reclamar mi atención; sin pensarlo
dos veces metí la mano en bolsillo y agarré unas monedas para dárselas, presuponiendo
que era un mendigo. Sonriendo el hombre meneó lateralmente la cabeza con el
característico e indefinido estilo indio, indicándome que guardara mi dinero. Anthony, así se llamaba, sólo quería
hablar, decía que tenía un problema muy grave y necesitaba contárselo a
alguien. Así me lo espetó, sin circunloquios, con pasmosa e inusual franqueza. Al
principio escudriñé a Anthony con desconfianza, pero enseguida me relajé. Acababan
de hacerme la petición más honesta que había oído en mucho tiempo y eso me
conmovió.
I had in mind these thoughts while I was
walking across the Cubon Park.
Suddenly the voice of a man pulled me out from my self-absorption. Stunned I
noticed that, close to me, had stopped a humble Indian on his fifties who
seemed to require my attention; automatically I introduced my hand into my
pocket looking for some coins, thinking he was a beggar. The man moved his
head, according to the undefined and unmistakable Indian style, and I
understood immediately I should really be putting my money back. Anthony, this was his name, just wanted
to talk, he had a very serious problem and he needed to tell it. That was the
way he blurted out his words, without any circumlocutions, with an astonishing
and unusual frankness. At first I scrutinized Anthony with distrust, but I
relaxed right away. Someone had just made me the most honest request I had
heard in a long time, and I was touched by this proposition.
Anthony
llevaba varios días durmiendo en la
estación de tren. Obviamente no descansaba desde hacía mucho: tenía los
ojos enrojecidos y parecía exhausto; la algarabía de la ruidosa India, el continuo
trasiego de pasajeros y las repetitivas informaciones de llegadas y salidas de
trenes por megafonía, le impedían conciliar el sueño. Caminábamos en medio de
un paseo de grandes árboles milenarios mientras Anthony narraba de forma
envolvente estos detalles de su dura cotidianidad. Llegamos frente a la estatua
de Ghandi, cerca de una de las salidas norte del parque, y allí nos sentamos. Atardecía,
el calor apabullante del día había amainado. Le dije a Anthony si quería beber
o comer algo, yo invitaba. Anthony negó agradecido, sólo necesitaba ser
escuchado y continuó con su relato. Hacía una semana que había salido de
Pondicherry recorriendo más de 300 kilómetros a pie. En Bangalore
le habían prometido un puesto de trabajo en una fábrica textil. Pero a su
llegada se enteró por los periódicos que una ola gigante había arrasado la
costa sur, donde vivía su familia. Anthony no podía contactar con su mujer, eran
muy pobres y no tenían ni móvil ni teléfono en la casa. El hombre estaba desesperado;
no sabía si sus seres queridos había sobrevivido a la catástrofe. Deseaba volver
cuanto antes a Pondicherry, pero no tenía un duro para el viaje, ni a nadie a
quién acudir o pedir ayuda. Estaba completamente solo en territorio desconocido.
Anthony had spent several days sleeping in the train station.
Obviously he hadn't rested for a long time: he had red eyes and was exhausted;
the bustle of noisy India, the continuous activity from passengers coming and
going, the repetitive loudspeaker informations about train's arrivals and
departures, prevented Anthony from sleeping. We're walking in the middle of a
great avenue with ancient trees, while Anthony was explaining me these details
from his hard everyday. We arrived in front of the Mahatma Gandhi statue, near
of the north gate of the park, and there we sat down. The sun was setting, the
overwhelming hot of the day had decreased. I said to Anthony that I invited him
to drink or eat something. But Anthony refused grateful my offer, he just
needed to be heard and continued telling his story. He had left Pondicherry one
week ago, traveling more than 300
kilometers on foot. In Bangalore someone had promised him a job in a
textile factory. But when he arrives, he read in the newspapers that a big wave
had razed the south coast, where his family lived. Anthony could not contact
his wife, they were very poor and had no mobile or home phone. He was
desperate, he did not know if his loved ones had survived the catastrophe. He
wanted come back to Pondicherry, but he had not money for the journey or anyone
who ask for help. Anthony was alone in unfamiliar territory.
Kiko bajo la estatua de Gandhi / Kiko, in the Gandhi statue / Bangalore, 2013. |
Durante un
par de horas seguimos conversando bajo la atenta mirada de la estatua de Gandhi.
Anthony me habló largo y tendido de su familia: su hijo de 17 años quería estudiar
ingeniería informática, fue él quien le había enseñado su inglés básico. Su hermosa
hija de 12 años, muy traviesa y coqueta ella, soñaba con ser de mayor actriz de
Bollywood. Cuando Anthony comenzó a hablarme de su esposa, su discurso se tornó
apasionado y al mismo tiempo melancólico. Se habían casado muy jóvenes en una de
las tantas bodas concertadas de la india. Anthony me explicó orgulloso que la amaba
profundamente, a pesar de que otros hubiesen escogido por él a su propia esposa.
For a couple of hours we kept talking under the watchful eye of
Gandhi's statue. Anthony spoke to me at
length about his family: his 17 year old son wanted to study computer
engineering, he was who had taught Anthony his basic English. His beautiful
daughter 12 years old, very naughty and flirty, dreamed of becoming a famous
Bollywood actress. When Anthony started to talk about his wife, his speech
became impassioned and melancholy at the same time. They had married very young
in one of the many concerted Indian weddings. Very proud Anthony told me he
loved her deeply, even though others had chosen for him to his own wife.
Al final me
ofrecí para pagarle el billete de tren
de vuelta a Pondicherry. Recuerdo vivamente como Anthony me miró, con sus grandes
ojos negros, enrojecidos y cansados, pero chispeantes y llenos de vida. Saqué
de mi cartera 200 rupias (menos de 3 euros) y se las entregué. Anthony las
aceptó emocionado. Ahora ese dinero no era ya para él una limosna, sino un préstamo
de un desconocido en una situación de emergencia. Me abrazó con todas sus
fuerzas prometiéndome que me devolvería el dinero, que le escribiese mi
dirección en Barcelona. Dije que no era necesario, esas pocas rupias eran un
regalo. Le pedí de vuelta que me escribiese su dirección en mi cuaderno de
viaje, y así lo hizo.
At the end I offered to pay his train ticket back to Pondicherry. I remember vividly how Anthony
looked at me with his big black eyes, bloodshot and tired, but sparkling and
full of life. I took out from my wallet 200 rupees (less than 3 euros) and
delivered him. Anthony accepted thrilled. Now this money was no longer for him
an alms, but a loan from a stranger in an emergency situation. He hugged me
strongly, promising refund my money, and he asked me to write my address in
Barcelona for the transfer. I said it was not necessary, these few rupees were
a gift. I also asked him to write his address in my travel diary, and he did.
El último recuerdo
que tengo de Anthony es la de su imagen en medio de la multitud de una
concurrida calle de Bangalore, dirigiéndose presuroso a la estación de tren, saludándome
a la distancia, contento, ilusionado, lleno de esperanza.
The last memory I have from Anthony is his image in the middle
of the crowd of a busy street in Bangalore, going with haste in direction to the train station,
waving at me from a distance, happy, excited, full of hope.
La historia que
me contó Anthony en Cubon Park de Bangalore esa tarde del 2 de enero de
2005 es la historia que inspiró el guión de “Indian Way”. En 2012 volví a
India. Busqué a Anthony en Pondicherry, pero las indicaciones de su dirección
postal eran confusas y nunca más volví a saber de él ni del desenlace de su drama
acontecido ocho años atrás.
The story that Anthony told me in the Cubbon Park in Bangalore
the afternoon of January 2, 2005 is the story that has inspired the
screenplay of "Indian Way". In 2012 I came back to India. I looked
for Anthony in Pondicherry, but the address indications were ambiguous and
never again I heard from him or about the denouement of his drama befallen
eight years ago.
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